En las vastas tierras del distrito de Montecaseros, San Martín, Mendoza, se alza con elegancia la imponente estructura de Viña Alta, una bodega que destila historia y pasión por el vino. Construida con meticuloso esmero por el visionario Don Miguel Iudica, esta bodega ha evolucionado con el tiempo, desde sus humildes inicios con una capacidad inicial de 1.000.000 de litros hasta su actual magnificencia, con una capacidad de 2.015.000 litros. Con una arquitectura que refleja la tradición vitivinícola argentina, Viña Alta fusiona la modernidad de sus tanques de acero inoxidable con la nobleza de sus piletas de hormigón y barricas, creando así un santuario donde el vino alcanza su máxima expresión.

La grandeza de Viña Alta no reside únicamente en sus instalaciones, sino también en la tierra que la sustenta. Con casi 100 hectáreas de viñedos propios distribuidas en cuatro fincas, esta bodega se erige como custodia de algunos de los terruños más privilegiados de la región. Tres de estas fincas se encuentran en el departamento de San Martín, mientras que la restante se ubica en el departamento de Maipú, en el oasis este de Mendoza. Es en estas tierras donde las variedades emblemáticas de la región encuentran su hogar: Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Bonarda, Syrah, Tempranillo, Ancellota, Moscatel de Alejandría y Chardonnay.

Los viñedos de Viña Alta son un testimonio viviente de la dedicación y el compromiso con la calidad. Algunas de estas cepas venerables superan los 50 años de edad, otorgando profundidad y carácter a cada copa de vino que nace de ellas. Sin embargo, la bodega también abraza la innovación y la renovación constante, con parcelas de viñedos que están entrando en producción, asegurando así la continuidad de su legado enológico por generaciones venideras.