Esta bodega ubicada en Luján de Cuyo, Mendoza, Argentina, nos presenta un vino que es mucho más que una simple bebida. Es un tributo a la antigua diosa del agua y una promesa de transformación. Sus viñedos se encuentran en suelos arcillosos ricos en biodiversidad, con una historia que se remonta a 120 años.
La atención meticulosa al proceso de elaboración es evidente en cada sorbo. Desde la maceración prefermentativa de 48 horas hasta la fermentación en tanques de acero inoxidable con levaduras indígenas y sin sulfitos añadidos, este vino busca la perfección en cada paso.
La guarda y crianza se dividen entre tanques de acero inoxidable y barricas de roble francés de 9 usos, creando una complejidad y equilibrio únicos. La mezcla de Malbec, Petit Verdot y Cabernet Sauvignon da como resultado un vino que encarna la vida misma.
En cada copa, esta bodega nos brinda la oportunidad de disfrutar de un oasis de sabores y una conexión con la historia y la naturaleza de la región.